PANORAMA SEMANAL

Los candidatos a nada y la devaluación más cantada

abercovich

La megadevaluación que anticipan sin excepciones los consultores más cotizados del país para algún momento entre las PASO y Navidad explica tanto la galería de impotencias que dejó expuesta el oficialismo en el cierre de las listas como el abroquelamiento opositor en torno a la represión ordenada por Gerardo Morales en Jujuy. Sin creatividad ni credibilidad para proponer una salida alternativa a la encerrona de la deuda con el FMI ni para construir un puente que evite otra licuación de ingresos mientras maduran inversiones que podrían dar vuelta la balanza de pagos, la dirigencia política acelera frente al muro de unas elecciones que a la mayoría le importan menos que el día después.

 

 

Tiene lógica. En dos grandes empresas de distintos rubros, una multinacional y una local, repasaban ayer las proyecciones que les dejó el director de la consultora PxQ, Emmanuel Alvarez Agis. Para este año prevé una contracción del PBI del 3,1%, una inflación del 146,5% y un dólar oficial a $386 en diciembre, 50% más caro que ahora. Para 2024, el exviceministro de Axel Kicillof plantea dos escenarios. En el "optimista" la divisa termina el año próximo en $1.342, la actividad se contrae un 4,2% y los sueldos pierden frente a la inflación por 33 puntos (223% vs 190%). En el pesimista, el PBI cae 5,1%, el dólar trepa hasta $1.561 y los salarios sufren más (aumentan 200% vs 265% los precios).

Los vaticinios de PxQ no difieren demasiado del último relevamiento de expectativas del mercado del Banco Central, publicado dos semanas atrás, donde las consultoras de la City aumentaron $77 su proyección promedio para el dólar a fin de 2024 y la llevaron a $952. Cuando cada una de ellas hizo sus apuestas, una semana antes, Sergio Massa todavía traficaba esperanzas de que el Fondo sería benévolo con los vencimientos que el país no puede cubrir por la sequía. Después se rindió ante la evidencia. ¿Cómo actuará ahora en ese frente, ya sin la zanahoria de la candidatura presidencial propia?

Álvarez Agis pasó la semana en Nueva York atendiendo inquietudes de otros clientes, más preocupados por la deriva de acciones y títulos de la deuda que por la economía real. Pero con tamaño recorte salarial por delante, después de la caída libre del final de Mauricio Macri y el lento pero imparable declive de la gestión frentetodista, los sueldos empiezan a hacer crujir otra variable que el círculo rojo monitorea con atención: la gobernabilidad.

Es a lo que apuntó el jueves, elíptico como de costumbre, Daniel Funes de Rioja ante Wado de Pedro en la Unión Industrial Argentina (UIA) cuando se explayó sobre la necesidad de "construir en futuro productivo para el país con todos los sectores respetando el orden institucional". Ni hizo falta mencionar el caos de Jujuy. El jefe de la UIA ya había suscripto un comunicado del G-6 (que comparte con la Bolsa, los bancos, la Rural, la cámara de comercio y la de la construcción) donde encomiaba "la importancia del diálogo como única vía para la resolución de conflictos, respetando el derecho legítimo a la protesta pacífica y en el marco del orden institucional y el respeto por el derecho a circular libremente y llevar a cabo las actividades diarias de los ciudadanos".

Medio lleno

A Funes le estallaba el teléfono. Desde la mañana se rumoreaba que el ministro del Interior encabezaría finalmente la fórmula presidencial del oficialismo. En Avenida de Mayo y Lima, pese a la insistencia del cafetero Martín Cabrales, De Pedro se negó a confirmarlo. Pero a los pocos minutos salió el spot "quiero ser tu presidente", donde enumeró tres problemas urgentes: la deuda, la inflación y la pobreza. Tres flagelos que instó a "abordar sin excusas" pero que se agravaron durante la gestión que integró desde el primer día.

Massa bien podría argumentar que estaba empezando a encauzar, al menos, la suba del costo de vida. La medición semanal de PriceStats que recibe Economía marcó un 6,6% para los últimos 30 días. Durante la semana del 3/6 al 9/6 los precios tuvieron un 0,13% de suba promedio diaria, equivalente a un 4% mensualizada. Desde diciembre que no se registraba una variación semanal inferior al 1% al día 9 del mes, excepto en mayo por el HotSale.

La entrada en funcionamiento del gasoducto a Vaca Muerta también abrió una rendija de esperanza para compensar las importaciones energéticas que consumen las últimas reservas del Banco Central. Que YPF haya obtenido U$S 125 millones al 5% anual en el mercado local y que pueda conseguir otros 200 millones con su bono "hard dollar" relajó otra fuente de tensiones. Claro que todo sabe a poco frente a los vencimientos con el Fondo, que la semana próxima ya no podrán postergarse sin entrar en "arrears" (retrasos).

Los optimistas que quedan en el Central se aferraban a una hoja de ruta que podría evitar el choque de frente. Que el sábado a la noche se cierren las listas, que inmediatamente el staff del Fondo haga pública su intención de adelantar desembolsos, que el viernes próximo Argentina cubra los U$S 2.700 millones con DEGs y reservas, que horas después el Directorio apruebe la reformulación del acuerdo y que ahí sí llegue el dinero fresco.

El problema es cuánto. Lo último que ofrecieron fue la mitad de lo pendiente (U$S 5.000 millones) y condicionado a que no se gasten en evitar una devaluación. En esas condiciones, los economistas de la oposición evalúan que la devaluación del verano se precipitaría hacia la transición. Algo que creen que haría más digerible socialmente el ajuste que consideran inevitable.

Medio vacío

En términos financieros, en realidad, las reservas se exprimieron tanto que Argentina ya funciona prácticamente desenganchada del resto del mundo. Desde hace un mes, las empresas están haciendo malabares para importar en yuanes, que es casi la única forma de hacerlo. Las dos primeras que aceptaron usar el swap con China (Mirgor y Newsan) al menos importan sus insumos desde ahí. Pero hay petroleras que necesitan triangular vía Hong Kong y pasar por Suiza para importar combustibles de Medio Oriente.

Para peor, esas petroleras importan a pérdida. Por eso se rebelaron y terminaron por doblarle el brazo a Massa con el aumento del fin de semana pasado, que fue del 6% y no del 4,5% como pretendía Economía. Llegaron a advertirle a Flavia Royón que empezaría a ver mangueras cruzadas en los surtidores. La misma amenaza con la que los transportistas obtuvieron lo que querían de otro massista, Diego Giuliano, que les garantizó más subsidios para evitar un paro de colectivos en el área metropolitana como el que afectó a medio país esta semana.

Otra vez la gobernabilidad. Un paro de colectivos que deje a pie a millones de personas puede desencadenar escenarios imprevisibles, como ya ocurrió en países vecinos. En ese caso ¿quién reprimiría? ¿Qué diría la CGT, que condenó airadamente la represión de Gerardo Morales y avaló el paro general que dispuso su regional jujeña? ¿Cómo actuaría el propio De Pedro, ahora candidato? ¿A quién podría pedirle "que todos bajemos un cambio" y "pacificar", como les dijo ayer a los jerarcas de la UIA que es su intención?

El establishment teme más un caos generalizado como el de Jujuy que escenarios macroeconómicos pesadillescos como los que trazó Álvarez Agis. De ahí que el comunicado del G-6 haya condenado "la violencia" en general y no exclusivamente a los manifestantes, como sí lo hicieron a coro los referentes de Juntos por el Cambio, desde Patricia Bullrich hasta Martín Lousteau. De ahí, también, que Gerardo Morales tema haberse equivocado al ir por todo para después recular. Aunque Horacio Rodríguez Larreta lo acepte igual como vice.

Acaso sea eso lo último que puede ofrecer a los dueños del país un peronismo que luce resignado como nunca a rendirse sin pelear: gobernabilidad. No es poco. Pero difícilmente alcance. Sobre todo si Massa, contrariado por no ser él el elegido, patea el tablero y abandona un ministerio de Economía que no parece depararle más que amarguras.

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