PANORAMA SEMANAL

Metamorfosis de campaña y un mundo atónito frente a la Argentina

abercovich

Alberto Fernández se perdió la que pudo haber sido una foto icónica de su mandato (con Lula, Xi Jinping y Narendra Modi invitándolo a sumarse al BRICS) por una desinteligencia que resume perfectamente los tropiezos de su gestión. Menos de 24 horas antes de que se formalizara el convite, el canciller Santiago Cafiero aseguraba por radio que el viaje del Presidente "solo ameritaba si se trataban los nuevos ingresos" a ese grupo, lo cual descartó. Los embajadores en China, Sabino Vaca Narvaja, y en Brasil, Daniel Scioli, habían transmitido al Palacio San Martín que aún había chances. Pero los recelos del último albertista vivo hacia ambos (Vaca Narvaja desde siempre y Scioli tras el cierre de listas) le impidieron escucharlos.

 

   

 

No es trivial para el futuro inmediato ni para la agitada transición política en curso. El Fondo Monetario sigue con atención los movimientos de los BRICS y mira con especial desconfianza a su Nuevo Banco de Desarrollo, que teme ver convertido en pocos años en su competencia como prestamista global de última instancia. Más allá de sus recientes dificultades, China ya canaliza más de la mitad de su comercio exterior sin pasar por el dólar y viene de rescatar a países africanos y asiáticos en problemas financieros. Que le haya prestado yuanes a su mayor deudor para que se mantenga al día con sus vencimientos no les resulta indiferente al Fondo ni a la Casa Blanca.

La insistencia de Lula para que el bloque le abra la puerta a Argentina puede nacer de la simpatía política pero responde también a los intereses de la poderosa industria paulista, interesada en evitar un colapso económico mayor en su tercer mercado de exportación. Ni Lula ni su ministro Fernando Haddad ni su vice Geraldo Alckmin lograron perforar hasta ahora la resistencia del presidente del Banco Central, el ultraortodoxo Roberto Campos Neto, a habilitar un swap de monedas como el que rige con China. Ayudaría a mitigar la sangría de divisas con un déficit bilateral que ya supera los U$S 4.200 millones en el año.

El ministro candidato Sergio Massa se tiene fe para empezar a destrabarlo, vía un "rulo" londinense, en el viaje a Brasilia que tiene previsto para la semana próxima. Y este jueves, recién aterrizado de Washington, empezó a facturárselo por adelantado a los empresarios y ejecutivos que asistieron a la reunión anual del Consejo de las Américas, a quienes apuró a definirse sobre las admoniciones de Javier Milei contra los "comunistas" Brasil y China. "Si no es a ellos ¿a quién le vamos a vender?", les preguntó.

La banca no banca

Es la primera metamorfosis de campaña tras los 10 días de perplejidad nacional que impuso el batacazo de Javier Milei en las PASO. Dispuesto a polarizar con él, Massa procura encarnar ahora la cordura frente a las propuestas más disruptivas del jefe de La Libertad Avanza. Si bien el kirchnerismo espera (y tendrá) más gestos para los cuatro millones de ciudadanos que estima votaron al Frente de Todos en 2019 y se quedaron en casa estas PASO, la propia Cristina avaló esa línea de intervención ante al establishment que propuso el ministro en la larga reunión que tuvieron en el Senado antes del fin de semana largo.

Aunque dio el discurso más largo y tuvo la audiencia más nutrida del Council, Milei solo fue aplaudido al final. No logró ovaciones ni con varios guiños para levantarlas. Más ávidos de precisiones que de los mismos slogans que siempre repitió en TV, algunos ejecutivos incluso cuchicheaban sobre las dudas que generó su representante, Darío Epstein, en la cena VIP a la que unos pocos habían asistido la noche del miércoles en el mismo hotel Alvear para escuchar a los encargados de relaciones exteriores de los tres candidatos con más chances.

Entre los convocados por Susan Segal a ese VIP estaban José Luis Manzano, Eduardo Eurnekian, Alejandro Bulgheroni y el minero Javier Velarde. Massa mandó a su canciller en las sombras, Gustavo Martínez Pandiani. El jefe de Pfizer para Latinoamérica, Andrew Martin, preguntó qué pensaban del Mercosur. "Nosotros estamos de acuerdo con (Luis) Lacalle Pou: que cada uno haga los acuerdos que quiera por fuera", simplificó Epstein. El enviado de Patricia Bullrich, Federico Pinedo, aprovechó para terciar: "Nosotros por eso queremos el acuerdo Mercosur-Unión Europea". Los petroleros de la mesa les advirtieron a ambos que el debate en Europa sobre si el gas es una energía de transición puede afectar las exportaciones desde Vaca Muerta.

Las dudas respecto de Milei no se limitan al empresariado local. El economista jefe del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), Robin Brooks, sintetizó las suyas en una frase: "Dolarizar es una idea terrible". Una opinión relevante tratándose del think tank que agrupa a los principales bancos de Wall Street, de quienes el académico ultraortodoxo Emilio Ocampo apuesta a obtener el millonario financiamiento necesario para hacer realidad la alquimia de una dolarización sin dólares.

Otro que desestimó tajantemente la factibilidad del experimento dolarizador fue el argenmex Alejandro Werner, exjefe para América del FMI y factótum del préstamo récord del ente a Mauricio Macri. Lo hizo en público, de visita en Buenos Aires para presentar su libro sobre aquel acuerdo, pero también en varias cenas que compartió con hombres de negocios y sus antiguos interlocutores cambiemitas. En todas compartió su perplejidad y la de Washington por la performance del ultraderechista.

Juntos pero no tanto

Como Massa, después de las PASO, los otros dos candidatos también transitan sus propias mutaciones. Bullrich ya no hablará de "cambio" sino de "orden" y aprovechó la sospechosa ola de robos piraña del fin de semana largo para montar sobre ella ese relanzamiento. Milei copó la escena y aprovechó el intento de Macri de apropiarse de sus votos para avanzar él sobre los de Bullrich. "Durante los tres días post-PASO, Mauricio la borró del mapa. Su propio entorno le dijo que pare la mano", secretea un larretista desahuciado. Ese entorno es el que trabajó para la candidatura de la exministra de Seguridad: Federico de Andreis, Darío Nieto y Hernán Lombardi.

Habrá más fotos de unidad, como la del jueves, para intentar mostrar que Juntos por el Cambio tiene cohesión y equipo para hacer lo que Milei no. Lo que no piensa conceder Bullrich hasta después del 22 de octubre es algo que muchos suponían que haría el día después de las PASO: anunciar que Horacio Rodríguez Larreta será su ministro o su jefe de gabinete. Incluso a riesgo de que no haya después.

Es tal el nivel de fractura interna que la ministra de Desarrollo Humano larretista, María Migliore, renunció a quedarse hasta el 10 de diciembre e hizo público que lo hacía por "diferencias con Jorge Macri". Todo su sector del PRO porteño, orientado por el exasesor Juan Maquieyra (a quien el Papa encargó dirigir una escuela de formación política bajo el paraguas de la fundación pontificia Scholas Occurrentes), baraja armar su propio partido después del 10 de diciembre.

Del comando bullrichista también salieron mensajes desesperados para tentar al financista Juan Napoli con la presidencia de la Comisión Nacional de Valores o con una silla en el directorio del Banco Central. El candidato a primer senador bonaerense por LLA no aspira a ninguno de esos puestos y tampoco creía hasta las PASO que fuera a tocarle asumir en esa banca. Por ahora aceptó asistir a un encuentro con banqueros en el suburbio neoyorquino de Greenwich el 7 de septiembre, organizado por Gerónimo "Gerry" Mato, exHSBC. Irán 40 banqueros pero tampoco habrá grandes precisiones. "La dolarización no es inmediata. Cada país que dolarizó lo hizo a su manera", les aclaró a varios interlocutores.

De casualidad, en Miami, adonde viajó para atender asuntos de la franquicia de rugby que abrieron allí Martín Migoya y Marcos Galperín, Napoli se encontró con Carlos Melconian. El candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich recién llegaba y todavía no se quería volver pero desde Buenos Aires le reclamaban que se sume a la campaña. Otra mutación que generaron las PASO: hasta el más lenguaraz de los economistas de la City prefiere ahora el perfil bajo.

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