LA MADONNA ANARQUISTA

La protagonista de una icónica foto de la Guerra Civil española tiene nombre

La foto, tomada en 1936, mantuvo dos misterios: el autor se conoció recién en 2018; el nombre de la Madonna anarquista acaba de ser revelado: Ana Garbín Alonso

BAE Negocios

Durante años recorrió el mundo una de las imágenes más representativas de la Guerra Civil Española: una joven miliciana desplegaba la bandera de la federación anarquista ibérica, con la Casa dels Paraigües de Barcelona de fondo. La foto, representativa del estallido de la Guerra Civil en 1936, mantuvo durante más de ocho décadas dos misterios. No se sabía quién la había tomado y, mucho menos, quién era la joven miliciana retratada mientras celebraba que la ciudad había vencido -al menos momentáneamente- al golpe de Estado de Francisco Franco contra el gobierno de la República española.

El nieto del autor de la imagen encontró la copia original en 2018, junto a más de cinco mil negativos y unas 700 fotos impresas en papel, muchas de ellas inéditas, en el garaje de su casa, justo antes de derrumbarla. El tesoro había permanecido oculto en una caja roja desde que la ciudad quedó en manos de Francisco Franco, entre finales de 1938 y principios de 1939, y miles de refugiados escapaban a Francia.

El hallazgo reveló el primero de los misterios: la foto había sido tomada por Antoni Campañà, hasta entonces conocido por sus imágenes artísticas de antes de la guerra, y por sus fotos deportivas de la posguerra y postales turísticas en los años del desarrollismo, algunas de las cuales publicó en la revista Catalunya del Casal Català de Buenos Aires, editada íntegramente en catalán. 

Durante la Guerra Civil, Campañà había pasado de fotografiar por gusto a fotografiar el disgusto. El hallazgo se convirtió en el último gran tesoro fotográfico de la guerra civil española, contó La Vanguardia.

 

La Madonna anarquista

La Madonna anarquista, en tanto, era una mujer sin nombre, de pie sobre una barricada en Barcelona en 1936, con una bandera roja y negra detrás, hasta ahora, después de que una pareja de jubilados franceses la reconocieran en el cartel que anunciaba una exposición en la fachada del Museo Nacional de Arte de Cataluña.

"¡Es la tía abuela Anita!", se sorprendieron François y Liliane Gomez mientras llegaban al museo para visitar una exposición de Antoni Campañà en 2021. "Se nos puso la piel de gallina", describió François.

La familia supo desde entonces que la miliciana de los carteles y libros anarquistas sobre la guerra era Anita, pero nadie más lo sabía, tardaron dos años en contarlo y lo hicieron ahora, con motivo de la inauguración de la presentación de Antoni Campañà. Icônes Cachées -Íconos Ocultos-, este viernes, en el museo francés Pabellón Popular de Montpelier.

Ahora, la miliciana no sólo tiene nombre, también una historia: Anita Garbín Alonso, costurera, exiliada y anarquista, como describió El País.

Al momento de la foto, Anita, de 21 años, estaba divorciada y tenía una hija -Liberty- de tres años; creen, además, que estaba embarazada de su segunda hija, Hamonia. Mantenía una relación amorosa con un militar republicano que estaba casado y tenía una segunda familia en Francia. Ambos vivían cerca del Paseo de Gràcia, en Barcelona.

Pero nada de eso se ve en la foto. Según pudieron reconstruir los medios españoles, el 25 de julio de 1936, con guerra recién estallada y el franquismo en retirada en Barcelona, el fotógrafo y la miliciana se cruzaron por la Rambla. Ella posó y él le disparó con su cámara.

La madonna anarquista
La madonna anarquista, en una postal intervenida
La historia de Ana Garbín Alonso

Anita nació en Almería en 1915 y a los cinco años se mudó a Barcelona. Era la mayor de seis hermanos. Su padre, Manuel Garbín Ibáñez, era un militante anarquista afiliado a la CNT desde 1921 y trabajaba en ferrocarriles. Su madre, Gabriela Alonso Martínez, era dueña de una tienda de frutas.

Anita creció en un ambiente de militancia anarquista y sostuvo sus convicciones hasta su muerte: "Su compromiso está totalmente ligado al de sus padres. Creció en un ambiente de militancia anarquista y ella mantuvo sus ideales hasta el final", recordaron a El País su hijo Pepito, y sus sobrinos Alain Solans y François.

Durante la guerra, Anita perdió a Hamonia y dio a luz a su tercera hija, Floréal Pérez. “No podía amamantarla y se encargó de ello su madre, Gabriela, que acababa de tener a Amapola”, comentaron Pepito y sus sobrinos, quienes además agregaron que Anita estuvo involucrada en la política desde los 18 años, y participó en la defensa de Barcelona durante la Guerra Civil.

Anita, sus hermanas y el comandante republicano cruzaron la frontera rumbo a Francia en el éxodo republicano de 1939 junto a las pequeñas Liberty y Floréal, pero estuvieron separados en diferentes campos de refugiados hasta que la mujer francesa del militar los rescató. Anita decidió entonces irse con sus hijas y sus hermanas a Bédarieux, en Francia, donde "trabajó como costurera en una fábrica de uniformes militares, organizó reuniones sindicales con los exiliados españoles y luego se estableció en Béziers", a 130 kilómetros de la frontera franco-española, contaron su hijo y sus sobrinos.

En Béziers, la Madonna anarquista protagonista de la icónica imagen conoció a José Lumbreras, comunista y con quien Anita tuvo a su cuarto hijo, Pepito. “A menudo discutían apasionadamente y las conversaciones subían de tono, pero no trataron de convencerse el uno al otro, cada uno convencido de su buena causa y su buena fe”, describió él ahora.

Anita falleció en 1977 en Béziers y su tumba está marcada por una cruz. Nunca volvió a pisar España.

Exposición en Francia

La inauguración de la presentación de Antoni Campanà en el museo de Montpelier será presidida por el nieto del autor de las fotografías, Toni Monné, quien en 2018 descubrió las icónicas imágenes de la Guerra Civil que su abuelo intentó esconder, incluso hasta su muerte, a los 83 años, en 1989, junto al trabajo que había realizado con otros destacados fotógrafos, como Agustí Centelles o Joan Andreu Puig Farran, con quienes colaboró durante y después de la guerra.

Nadie sabe muy bien por qué nunca quiso mostrar las fotos, pero lo cierto es que cuando las tropas franquistas entraron en Barcelona, cada uno de los fotógrafos intentó resguardar su material. Robert Capa las llevó a México, Agustí Centelles las escondió en Francia, Carlos Pérez de Rozas y Sáenz de Tejada las depositó en el Arxiu Històric de Barcelona, Josep Brangulí entregó algunos negativos y escondió la mayoría. Otros perdieron todo su trabajo. Antoni Campanà las escondió en un par de cajas rojas que nunca volvió a abrir y se condenó al olvido. O quizá, muy por el contrario, dejó encendida para siempre la llama de la memoria.

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