Entre la esperanza y la ansiedad: los jóvenes y el futuro del mercado laboral

La generación más grande de la historia avizora un escenario inestable, transformado por el envejecimiento, el uso de IA y la incertidumbre económica

BFernandez

Durante buena parte del siglo pasado, la idea del futuro se asociaba con progreso, expansión y estabilidad. La educación prometía movilidad social, la tecnología era sinónimo de oportunidades y el trabajo aseguraba pertenencia y crecimiento. Sin embargo, esa narrativa se diluye ante una realidad marcada por las tensiones geopolíticas y una acelerada transformación tecnológica que reconfiguró el escenario laboral.

El informe Perspectivas de los Economistas Jefe 2025, publicado por el Foro Económico Mundial (WEF), ofrece una precisa radiografía de este momento histórico. Según reveló la encuesta, el 72% de los economistas jefe espera un debilitamiento de las condiciones económicas globales durante el próximo año, un dato que ilustra el clima de incertidumbre que envuelve tanto a los mercados como a las expectativas de las nuevas generaciones.

 

Entre la desconfianza y la reinvención

Si bien crecieron escuchando promesas sobre un mundo interconectado y meritocrático, los jóvenes de hoy se enfrentan a un mercado laboral imprevisible y altamente competitivo. Los global shapers, la red de líderes jóvenes vinculada con el WEF, lo expresaron con claridad durante su última cumbre anual celebrada en Ginebra: las oportunidades laborales son cada vez más inciertas y la tecnología, lejos de ser solo una aliada, también se percibe como una amenaza.

Svenja Gudell, economista jefe de Indeed, sintetizó el dilema: "La economía global se definirá por una carrera entre los efectos del envejecimiento de la población y el incremento de productividad que representa la IA. Ya comenzó y estamos perdiendo". La escasez de mano de obra en sectores esenciales como el de la construcción y de la salud convive con el temor a la automatización en áreas administrativas y digitales.

En ese marco, el desafío para los jóvenes no es solo acceder a un empleo, sino también adaptarse a un entorno donde las competencias tradicionales pierden valor rápidamente. Los datos muestran que los trabajos manuales (abarcando desde los cuidados hasta la agricultura) serán menos afectados por la automatización, mientras que las tareas cognitivas rutinarias están en riesgo de desaparición.

 

 

La ambigua promesa de la IA

El informe del WEF expuso una paradoja: la IA es, al mismo tiempo, el mayor motor de esperanza y de ansiedad para las nuevas generaciones. Fabien Curto Millet, economista jefe de Google, planteó que la IA podría ser una "invención de un método de invención", capaz de acelerar los avances científicos y elevar la productividad de la investigación. En teoría, esto debería ampliar las oportunidades tanto de crecimiento como de bienestar.

Sin embargo, la transición no es inmediata. Mientras la automatización redefine la demanda de habilidades en los países desarrollados, en los emergentes amenaza con ampliar la brecha de desigualdad. Los jóvenes se encuentran atrapados entre la necesidad de dominar herramientas tecnológicas que cambian cada año y la urgencia de mantener un sentido humano en sus trayectorias laborales.

La Cumbre Global Shapers 2025 dejó a la vista que las nuevas generaciones no buscan adaptarse pasivamente y reclaman un modelo económico que valore la creatividad, la empatía y la sostenibilidad por encima de la productividad medida en cifras. "La educación debe priorizar la creatividad, la alfabetización digital, el espíritu emprendedor y la adaptabilidad", señalaron los participantes, convencidos de que la formación actual ya no prepara adecuadamente para los empleos del futuro.

 

Redefiniendo el éxito

El siglo XXI transformó la relación entre la juventud y el trabajo. Si en la década de 1990 predominaba el optimismo tecnológico, actualmente el horizonte se tiñe de incertidumbre. Las nuevas generaciones crecieron bajo crisis financieras recurrentes, guerras comerciales, una inflación persistente y una pandemia que redefinió el sentido del trabajo y de la estabilidad.

Wayne Best, economista jefe de Visa, advirtió que incluso los indicadores tradicionales ya no sirven como guía: "Durante años se consideraba saludable que Estados Unidos generara 150.000 empleos mensuales. Hoy, con la jubilación masiva de los baby boomers y la caída de la inmigración, un crecimiento de 40.000 podría mantener estable el desempleo".

Esa "nueva normalidad" obliga a los jóvenes a aceptar un mercado laboral menos expansivo, donde la estabilidad deja de ser la norma y la planificación a largo plazo resulta casi imposible. No obstante, la visión juvenil del trabajo no se reduce al miedo. Las encuestas del WEF muestran una generación que busca propósito y sentido más que seguridad.

Esta perspectiva redefine la idea de progreso. Para muchos jóvenes, el éxito ya no se mide por una acumulación individual sino por la capacidad de generar impacto colectivo. La innovación social, la sostenibilidad y el liderazgo con empatía son las nuevas métricas de una generación que intenta reconciliar la productividad con el bienestar.

 

Actualmente, los jóvenes buscan propósito y sentido más que seguridad
Actualmente, los jóvenes buscan propósito y sentido más que seguridad

De la frustración al liderazgo compartido

Pese a su protagonismo, los jóvenes sienten que su voz aún es subestimada. La cumbre de 2025 recogió testimonios sobre la frustración que genera la falta de participación efectiva en la toma de decisiones económicas y políticas. Muchos programas de innovación o empleo juvenil siguen diseñándose desde estructuras adultocéntricas que ignoran la experiencia local y las nuevas formas de trabajo digital.

Los global shapers definieron en su encuentro cinco grandes prioridades para el futuro, y el trabajo atraviesa cada una de ellas. Desde la economía juvenil y las competencias del futuro hasta el liderazgo climático intergeneracional, la noción de empleo aparece como vehículo para el cambio social.

En este contexto, el liderazgo intergeneracional aparece como una solución necesaria. Los shapers sostienen que las generaciones mayores aportan experiencia, mientras las más jóvenes suman urgencia y dominio tecnológico: la clave está en combinar ambos saberes para crear políticas sostenibles y equitativas.

En un mundo donde el 72% de los economistas prevé un debilitamiento global, los jóvenes no se paralizan. Se organizan, innovan y reclaman participación. Entienden que el cambio no vendrá de quienes esperan sino de quienes actúan. Y lo hacen con una convicción que redefine la idea de liderazgo: trabajar ya no es solo producir, es transformar.

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