Aventuras en toda clase de mundos para ver en Paramount+
Para muchos, el cine de aventuras es un arte menor, o ni siquiera es un arte. Sin embargo, gran parte de lo mejor que dio la pantalla contemporánea pertenece a ese tipo de fantasías que tienen como matriz recorrer el mundo y enfrentarse, con cuerpo y mente, a sus peligros. Aquí una selección perfecta para ver en Paramount+.
El cine de aventuras tiene mala prensa, como todo lo que está ligado a la fantasía. Porque sí, incluso si en ocasiones es más realista, recorrer mundos nuevos o cambiarle el sentido, peligros mediante, al que conocemos siempre es una fantasía, y ya sabemos que las mentes lógicas tienden a menospreciar la imaginación desatada. Pero a nosotros no nos importa: gran parte del mejor cine jamás hecho -es decir, el de Hollywood- se ejorgullece de la aventura y la imaginación, incluso si a la hora de los premios y las academias se finge demencia. En la grilla de Paramount+ hay excelentes ejemplos que, además, son ejercicios perfectos del juego del cine.
Empecemos por la más menospreciada y mejor de las aventuras del arqueólogo más carismático del cine: Indiana Jones el Templo de la Perdición. Es la mejor por tres razones: en principio, no pretende pertenecer a ninguna saga o serie, como sucedió más tarde, sino que hace jugar a su personaje de manera totalmente libre, creando un mundo propio. En segundo lugar, y ligado a esto, porque Steven Spielberg juega a todo: comedia musical (la secuencia de títulos es una maravilla), picaresca (la relación entre Harrison Ford y Kate Capshaw), el terror (todo lo que pasa en el Templo y su sacerdote arranca corazones), la acción desaforada (la persecución en las minas) y el uso desaforado del tiempo (los primeros veinte minutos, adrenalina incluso hoy, con tanto efecto especial, insuperada). La aventura aquí es el cine mismo en una película que homenajea a la infancia.
No le fue demasiado bien a Calabozos & Dragones: Honor entre ladrones y es una grandísima pena, porque se trata de la mejor traslación a la pantalla grande del popular (y seminal) juego de rol del mismo nombre. Y esto es porque, como en el mismísimo juego, lo que importa realmente es cómo sobreviven los personajes, a cual más simpático e interesante, empezando por la dupla Chris Pine-Michelle Rodríguez. Hay algo más: aunque es obvio que habrá criaturas fantásticas, magia y -necesariamente- calabozos y dragones, el efecto especial nunca está en el centro de la puesta en escena, sino que aparece cuando es absolutamente imprescindible. El espíritu es el de las películas de los treinta y cuarenta, aquellas en las que Errol Flynn se colgaba de sogas imposibles o establecía duelos a pura espada y pura sonrisa. Cine clásico y noble.
De hecho, a Chris Pine le fue mucho mejor en las películas de Star Trek dirigidas por J.J. Abrams (pichón de Spielberg, dicho sea de paso), sobre todo en Star Trek-En la oscuridad, no sólo una gran película de ciencia ficción (porque las premisas científicas funcionan) sino también de las de mayor creatividad a la hora de la acción y la aventura. Basta la secuencia en la que dos personajes atraviesan el vacío del espacio apenas con un traje protector y a velocidad absoluta para entenderlo. Y por otro lado, es una película sobre la amistad, la familia, un poco la política, y la naturaleza del Mal. Suma que está muy bien Benedict Cumberbatch, ambiguo y peligroso durante todo el metraje. Y el principio muy "Indiana Jones", además. Otra que hace honor a la tradición del gran divertimento clásico.
Un poco más seria -pero también dentro de la tradición clásica- es Temple de acero, la unica remake que hicieron los hermanos Coen. La original fue la película que -finalmente- le dio el Oscar a John Wayne. En ambos casos es la historia de un cowboy agrio y poco amigo de hacer amigos (Jeff Bridges) que acompaña a una adolescente a lograr una venganza en el Oeste más salvaje y fuera de la ley posible. Hay varias virtudes en esta película. la primera es el uso dramático del paisaje: los Coen, cineastas urbanos, realmente comprendieron de qué se trataban los bosques, los pastos, las colinas. Se respira la naturaleza y su peligro en cada fotograma. Lo segundo, dejar que el sentimentalismo que necesariamente surge entre los protagonistas crezca despacio y siempre sin condicionar el suspenso (jamás sabemos del todo cómo va a comportarse Bridges). Lo tercero, que los malos son realmente malos y la tristeza y el odio realmente son creíbles. Y por supuesto el gran plus: Bridges, que como dijo Robin Williams, más que un actor es un recurso natural.
Y por último, la mejor película reciente del capitán del equipo de aventureros de estas décadas. No hay duda (está en la misma plataforma, puede comprobarlo) que Top Gun es un filme demasiado "fechado", de su tiempo, quizás de lo más flojo del genial Tony Scott. Pero su secuela, Top Gun Maverick, es todo lo contrario. Una película sobre maestro y alumnos, sobre el valor de la aventura, sobre romper límites sin romper la vida, sobre el goce de la velocidad, el cuerpo, el viento y la tierra. Una de las características más destacables de esta película es su felicidad constante, la ausencia de tragedia verdadera que, créase o no, no conspira contra el suspenso de sus enormes secuencias de acción, diseñadas con el máximo realismo posible. Las cuestiones políticas de la misión importan poco y nada en el asunto. Y como si fuera poco, tiene algunos momentos de creatividad visual notable (la "prueba" de que la misión es posible, vista al mismo tiempo en un simulador y en tiempo real) y a una muy humana, bella y graciosa Jennifer Connelly (gran mejora respecto de la Kelly McGillis de la primera película). Goce puro del movimiento, cine en estado de gracia.