El cine del mundo se da cita en el Festival de Rotterdam
La decisión de elegir una película local para abrir el evento es también una declaración política
La 54ª edición del Festival Internacional de Cine de Rotterdam (IFFR) comenzó formalmente ayer con la proyección de la comedia local Fábula, de Michiel ten Horn, que más allá de su tono genérico de comedia entrecruza crímenes, relatos folclóricos y hasta realismo mágico. En un trabajo consistente del festival, que sigue la evolución de "sus" cineastas a través del tiempo, la selección del filme de apertura suele hacer foco en un realizador holandés y, en este caso, en uno que tuvo su debut aquí hace nada menos que doce años (con The deflowering of Eva van End, también una comedia).
Se sabe que las aperturas y las clausuras responden a criterios muchas veces extracinematográficos. Programar para esos momentos una película nacional, una película histórica recuperada o una que importe una declaración política relacionada con el momento en el que el festival acaece es una decisión que se piensa y se debate mucho.
El IFFR hace una declaración política (especialmente para Países Bajos) al elegir una película local para iniciar el evento. Abrir un festival internacional en América latina con Emilia Pérez, de Jacques Audiard (como sucedió en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata), ciertamente también fue, en los hechos, una declaración.
Simpática y correcta, no es mucho lo que se pueda decir sobre Fabula, más allá de que simbólicamente es el pistoletazo de inicio de una fiesta cinéfila en la que el público es principal protagonista. Frente a los festivales pensados para el sector y la industria, el IFFR, aun sin descuidar esos aspectos, es un evento en el cual la ciudad (el país diría, debido a las pequeñas dimensiones y al excelente sistema ferroviario) vive cada día con un compromiso y con una presencia que emociona y llama la atención.
Así, el IFFR sucede y habita en dos tiempos que conviven y se explican por el cuidado y la atención que se pone tanto al mundo del cine como al público y a la formación de audiencias. En lo que hace a las películas terminadas, por una parte, las competencias cuentan con gran cantidad de estrenos mundiales e internacionales (entre ellos el de la argentina Albertina Carri, que presentará ¡Caigan las rosas blancas! y brindará una charla).
Pero, al mismo tiempo, son muchas las películas programadas que ya recorrieron otros muchos festivales o incluso fueron estrenadas comercialmente a nivel mundial (es el caso de ¡Homofobia!, de Goyo Anchou, por seguir con las argentinas). Y esto es así porque el festival ofrece la posibilidad de que se vean películas que de otro modo no llegarían a este público y opera también como plataforma de lanzamiento y eventual distribución de muchas obras que durante todo el año conforman una cartelera ciertamente diversa y heterogénea. Recuerdo el caso de Liverpool, de Lisandro Alonso (2008), que pude ver en una pequeña ciudad holandesa y no en el marco de un festival. La película recorrió todo Países Bajos cuando en nuestro país su estreno se restringió a ese templo cinéfilo que es la Sala Leopoldo Lugones.
La sección competitivaA la reconocida y prestigiosa sección competitiva que otorga el Tiger Award, y que apunta a los nuevos valores, a las vanguardias y a los descubrimientos, se suma la Big Screen Competition, que tiende puentes entre el cine clásico, el de autor y el más popular (los reconocimientos tienen un premio económico de 40.000 y de 30.000 euros respectivamente). También es competitiva la sección de cortos y tanto la crítica como el público y la juventud entregan sus respectivos galardones.
Aquí se proyectará el domingo Un completo desconocido (de James Mangold y con Timothée Chalamet encarnando a Bob Dylan), así como también también la monumental trilogía Youth (documental observacional que sigue a la juventud china del muy prestigioso realizador Wang Bing y que en conjunto supera las 10 horas de duración).
Además, a la mentada charla de Albertina Carri se suman la del inclasificable y prolífico director japonés Takashi Miike (Audition es una de las pocas películas estrenadas en Argentina del también responsable de íconos como Ichi the killer y The happiness of the Katakuris) y la del realizador griego Costa Gavras (recordado por Z y Missing). También se anticipa un encuentro entre el director independiente estadounidense Alex Ross Perry (Listen up Philip, Queen of earth, Her smell) y el británico Peter Strickland (Berberian sound studio, The Duke of Burgundy, In fabric).
No podemos dejar de señalar una charla que promete: la que tendrá lugar entre la gran actriz y megaestrella global Cate Blanchet y el muy independiente y ultrapersonal director canadiense Guy Maddin. Ese encuentro habla tanto de la amplitud como de la osadía de la actriz que ganó dos veces el Oscar (también productora a través de su compañía Dirty Films), que realizó Rumours con el creador de My Winnipeg (2007) y The saddest music in the world (2003), que será proyectada aquí. Pero también dialoga perfectamente con la esencia y la dinámica del IFFR, ya que uno puede encontrar una película de acción asiática, una de fantasmas tailandesa, una road movie queer argentina, un documental observacional chino de 10 horas, un corto mudo que se consideraba perdido y, al mismo tiempo, charlar con una estrella de Hollywood a la que no solo le interesan el brillo y la alfombra roja.