ENVIADO ESPECIAL

Festival de Cannes: premios y balance con el iraní Jafar Panahi como el ganador de la Palma de Oro

El iraní Jafar Panahi ganó la Palma de Oro con Un simple accidente. Una edición en donde abundaron declaraciones políticas y marcó la agenda para el resto del año

Fernando Juan Lima

Lo dijimos: esta edición número 78 del Festival Internacional de Cine de Cannes abundó en declaraciones políticas. La ceremonia de clausura no podía ser la excepción. De hecho, la ciudad tuvo un fortísimo apagón (que abarcó también a las ciudades vecinas Antibes, Juan les pins, pero no a Niza) que hizo temer por la ceremonia de clausura. Las versiones conspirativas estuvieron a la orden del día, en el marco de ese clima tan atravesado por tantos conflictos (atávicos y contemporáneos). Entre las 10 de la mañana y hasta casi las cuatro de la tarde (la ceremonia debía comenzar, en los papeles, a las 18:40) toda la ciudad estuvo sin luz. Sin semáforos ni trenes, entonces. Sin supermercados. Y con muchos de los negocios cerrados, por imposibilidad de trabajar (sin opción de pagos que no fueran en efectivo, por ejemplo) o por temor a lo que pudiera suceder. Casi sin internet y problemas para utilizar los datos de los celulares también.

Casi todo quedó en suspenso, menos el Palais des Festivals, que tiene grupo electrógeno propio y continuó con las proyecciones de las 22 películas de la Competencia Oficial, de las cuales se dispone siempre este pase para que quienes no pudieron verlas antes tengan la última oportunidad (o para poder realizar una revisión, como fue mi caso con El Agente Secreto, de Kleber Mendonça Filho). Así y todo, las dificultades fueron evidentes y es difícil imaginar qué hubiera sucedido si el servicio eléctrico no regresaba a tiempo. Por suerte, no hubo necesidad de comprobar en los hechos lo que, en definitiva, sólo quedó en el temor y las corridas de un día de por sí siempre muy complejo y agitado. La ceremonia comenzó, puntual, a las 18.45 (seguramente tal como se planeó, haciendo uso de esos cinco minutos “de gracia"), con el actor Laurent Laffite (como en la apertura) a cargo de la conducción.

La Palma de Oro para el mejor cortometraje (jurado presidido por la directora alemana Maren Ade), fue para la palestina I’m glad you are dead now, de Tawfeek Barhom (al recibir el premio refirió a la situación en Gaza). Se hizo una mención especial de Alí, de Adnan Al Rajeev.

La Cámara de Oro, con un jurado especial (presidido por la directora italiana Alice Rohrwacher) reconoce a la mejor ópera prima de todo Cannes (secciones Oficiales y paralelas). Es el galardón que en su momento obtuvo la argentina Las Acacias, de Pablo Georgelli. Este año la Cámara de Oro fue para la iraquí The president’s cake, de Hasan Hadi (presentada en la Quincena de los cineastas y que sigue la desesperación de una niña que teme no cumplir con la costumbre/obligacion de hacer una torta para el presidente Saddam Hussein). También el jurado realizó una mención especial para My father's shadow, de De Akinola Davies Jr.

El Premio a la mejor actriz fue presentado por el actor francés Daniel Auteil y fue para Nadia Melliti por La petite derniere, de Hafzia Herzi (merecido, pero también un modo de dar algún premio a una película francesa, cuya representación este año fue menos potente que en otras ediciones).

El Premio mejor interpretación masculina (entregado por la actriz Rosi de Palma) fue, con justicia, para el brasileño Wagner Moura (no presente, el galardón lo retiró el director), protagonista de la excelente El Agente Secreto.

 

 Jafar Panahi, el ganador de la Palma de Oro, junto a Cate Blanchett y la Presidenta del Jurado de Cannes, Juliette Binoche
 Jafar Panahi, el ganador de la Palma de Oro, junto a Cate Blanchett y la Presidenta del Jurado de Cannes, Juliette Binoche

El Premio para el/la mejor director/a fue presentado por el director francés Claude Lelouch (las imágenes de su film Un hombre y una mujer fueron las elegidas para el póster este año) y recayó en el brasileño Kleber Mendonça Filho, por Agente Secreto, la mejor película de esta 78° edición, a mi entender.

El Premio al mejor guión, entregado por el actor estadounidense John C. Reilly (que contó que era su cumpleaños y cantó La vie en rose), fue para Jean-Pierre y Luc Dardenne por Jeunes meres (que, fiel a su estilo de siempre, sigue la deriva de cinco madres adolescentes en un centro de ayuda).

El Premio del Jurado fue compartido entre Sirat, de Oliver Laxe (posiblemente la propuesta más arriesgada de la Competencia Oficial), que al recibir el premio destacó la diversidad y el apoyo a la cultura: “Venimos de tribus diferentes, para que nos conozcamos”, dijo, y añadió que eso es lo que hace Cannes; y la alemana Sound of falling de Mascha Schilinski, también de lo mejor de las 22 películas seleccionadas este año para la Competencia Oficial).

El Premio Especial del Jurado fue para la china Resurrection, de Bi Gan. Una película ciertamente lograda formal y técnicamente, con un extendido plano secuencia que entusiasma a la cinefilia más atenta a esas instancias acrobáticas.

El Gran Premio fue, por su parte, para Sentimental Value, del noruego Joachim Trier (Thelma, La peor persona del mundo). Decisión entendible que reconoce a una película quizás algo cargada de psicologismo, para retratar la relación entre un padre y su hija (él director, ella actriz).

Finalmente, la Palma de Oro, en un año tan político, fue -previsiblemente- para It was just un accident (Un simple accident), de Jafar Panahi. El Premio lo presentó la actriz Cate Blanchett, nada menos. No es quizás la mejor película del director iraní, que en la conferencia de prensa había declarado que volvería a Irán (es ciertamente llamativo que lo hayan dejado venir al Festival) y que seguiría filmando, ya que “es lo único que sé hacer”, había declarado. Al recibir el premio llamó a dejar de lado las diferencias, a unirse por lo que es más importante: la libertad de Irán, y que “nadie nos diga lo que hay que pensar, decir o hacer". 

 Un simple accidente, la película iraní que ganó la Palma de Oro
 Un simple accidente, la película iraní que ganó la Palma de Oro

El Festival de Cannes ocupa un lugar muy relevante no sólo en lo que hace al cine que antes identificábamos como “de arte y ensayo”, sino que -cada vez más- marca incluso el camino de lo que sucederá en la temporada de premios en Hollywood. De Parásitos a Anora, año a año vemos acentuarse este proceso. Proceso que si bien ha abierto y diversificado (un poco) la mirada del mainstream, también ha acotado las posibilidades del propio Festival de Cannes.

A esta altura posiblemente se sentiría como un fracaso si las películas de los Oscar no salen de esta “cantera” (la Palma de Oro para Panahi se las pone difícil). Es que Cannes ha quedado “preso” de su propio éxito. Cada vez hay menos lugar para la vanguardia y el riesgo en la Competencia Oficial, en razón de la atención que debe prestar a lo que luego habrá de suceder. 

Por supuesto que hay grandes películas también. De hecho, las mejores se llevaron premio (de las 22 seleccionadas, The Mastermind,  de Kelly Reichardt fue la única de las mejores que se fue con las manos vacías). Pero las más fuera de norma (O riso e a faca y Yes, de Pedro Pinho y Nadav Lapid, por ejemplo) deben buscar su lugar en las secciones paralelas (en este caso Un certain regard y la Quincena de los cineastas, respectivamente). Ello así aún cuando, sin dudas, resulten más interesantes, logradas y disruptivas que la enorme mayoría de las que accede al foco principal de la muestra. Paradojas de un gran festival que sigue siendo el que establece el canon del cine del presente y marca la agenda del sector para todo el año.

Fernando E. Juan Lima
@fejlima
(desde Cannes)

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