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Idas y vueltas de la taquilla o la histeria de Hollywood

Después de un comienzo de temporada alta horrible, ahora los cines estadounidenses (y por reflejo, del resto del mundo) se sienten felices por los buenos resultados de un puñado de películas. Resultados que han cubierto mucho de la brecha en recaudaciones interanual y representan una histeria injustificada. ¿De qué nos sirve en la Argentina?

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A principios de junio, en los EE.UU., los exhibidores y productores cinematográficos estaban en shock: varias películas que debían convertirse en enormes éxitos de taquilla habían fracasado miserablemente. Sobre todo Profesión peligro y Furiosa, que tuvieron gigantescas campañas de prensa. Dejemos de lado la cuestión de la calidad: las dos son buenas películas (Profesión... de lo mejor del año, probablemente): por motivos ajenos a ella, no convocaron al público a pesar de sus estrellas y su despliegue. Desastre por varias razones. Entonces llegó primero Bad Boys-Hasta la muerte, que levantó (un poco) el asunto. Y luego, el mega éxito global de Intensa Mente 2, que en cuarta semana en su país de origen metió 30 millones de dólares mientras el primer lugar lo ocupó, con nada menos que 122, Mi villano favorito 4 (sí, aquí se estrenó bastante antes).

Todos aplauden y respiran. ¿Por qué? porque en junio la brecha interanual de recaudación daba un 24% menos que en el mismo período de 2023, y ahora esa brecha se redujo al 17%, con posibilidades de anularse si, como se prevé, Deadpool & Wolverine rompe taquillas. Ahora todos descorchan mientras las lágrimas anteriores no se han terminado de secar. Pero es importante analizar estos números especialmente teniendo en cuenta que vivimos en un país cuyo parque cinematográfico es demasiado chico y, después de veinte años de concentración (no cinco, no diez: veinte) depende mucho de lo que pasa en el País del Norte.

La taquilla nacional, con pocas excepciones, funciona igual que en los EE.UU., porque los lanzamientos (otra vez, con alguna excepción) son globales y si nuestro mercado no es numéricamente importante, sí es un lugar de testeo fuerte para el funcionamiento internacional de un film. Pero al mismo tiempo, dependemos de que esos tanques funcionen para que el sistema de mantenga. En otra nota, se explicó que en Europa el público para el cine local e intereuropeo es tan grande que amortigua las bajas debidas a un tanque fallido. De algún modo, nuestro mercado local debe ir hacia ese modelo.

Eso implica estrenar más variedad, menos salas para los tanques y crear un público para el cine nacional masivo (que existe pero hoy no tiene demasiadas alternativas). Tres políticas que atentan contra intereses y necesidades inmediatas en todos los estratos del cine, no solamente en el de la exhibición.

Por lo demás, la histeria de Hollywood es una sobreactuación frecuente. El mercado es fuerte, un fracaso hoy no derriba a una empresa (los grandes estudios de cine son subsidiarios de conglomerados dedicados enteramente a otra cosa, desde la tecnología al turismo y los bienes raíces) y el cine es un negocio en mengua más allá de los números monstruosos de una sola película. Cualquier titular catástrofe es clickbait. Pero hay una lección allí: no se puede contar con un éxito automático de nada. No existe. El cine -como cualquier producto cultural- es una apuesta siempre de riesgo, se haga con 100 millones de dólares o con dos pesos con cincuenta.

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