El papa Francisco sigue dando de qué hablar, incluso después de fallecido. El argentino tuvo un papado disruptivo, que cambió el rumbo de la Iglesia Católica en el momento que más lo necesitaba. Sin embargo, los cambios todavía repercuten: un cardenal que tiene causas penales. Se trata de Giovanni Becciu, un italiano de 76 años que tuvo que dar marcha atrás en San Pedro.

“Teniendo en el corazón el bien de la Iglesia, a la que serví y seguiré sirviendo con fidelidad y amor, así como contribuir a la comunión y serenidad del Cónclave, decidí obedecer como siempre hice a la voluntad del Papa Francisco de no entrar en el Cónclave permaneciendo convencido de mi inocencia”, dijo Becciu en un documento que publicó este martes.

 

Quién es Giovanni Becciu, el cardenal que no puede elegir al nuevo Papa

Becciu es oriundo de Cerdeña y fue nombrado por el papa Francisco como cardenal en 2018. Sin embargo, el Sumo Pontífice lo despidió de su cargo luego de haber recibido denuncias penales por abuso sexual,  malversación de fondos, abuso de poder y soborno. El juicio de Becciu es el primero de un cardenal en un tribunal del Vaticano.

Entre las operaciones bajo la lupa, estuvo la compra irregular de un edificio en Londres con fondos del Óbolo de San Pedro, un capital destinado originalmente a obras de caridad. La Justicia también investigó donaciones a una ONG dirigida por su hermano, vinculada a la Cáritas de Cerdeña.

El impacto del escándalo no fue solo judicial, sino que también institucional: Becciu, quien había sido uno de los funcionarios más poderosos del Vaticano entre 2011 y 2018, perdió su puesto como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, un cargo clave en el proceso de canonización.

A pesar de haberle pedido la renuncia, Francisco decidió conservarle su título eclesiástico y su apartamento en la Santa Sede. En diciembre de 2023, fue condenado a cinco años y medio de prisión por fraude financiero.

Una vez conocida la noticia de la muerte del Papa, Becciu se presentó ante el Vaticano para poder asistir al velorio y al cónclave. Convencido de su inocencia, insistió en la plaza San Pedro, pero no obtuvo más que negativas. Así, el hombre no le quedó otra opción que aceptar la última voluntad de Francisco “por el bien de la Iglesia” y para “contribuir a la comunión y serenidad del cónclave”.