La lA va en busca de encuestas políticas más precisas
El proyecto We The People busca superar las limitaciones que muestran los sondeos tradicionales y devolver la confianza en esos históricos instrumentos
El segmento dedicado a las encuestas políticas atraviesa un momento de crisis. Cada año, los resultados son cada vez más impredecibles, lo que afecta su credibilidad. Uno de los ejemplos más emblemáticos es el de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, cuando la mayoría de los sondeos anticipaba una clara victoria de Hillary Clinton que nunca llegó.
Este desgaste se produce en un mercado que, lejos de achicarse, mueve miles de millones de dólares y crece año a año. En 2025 se espera que alcance los USD 8.930 millones, según cálculos de la consultora Research and Markets, mientras que algunas proyecciones plantean que superará los USD 10.200 millones en 2029.
En ese marco, la inteligencia artificial (IA) se posiciona como un inesperado aliado que podría devolverle legitimidad a la industria, ya que permitiría renovar la forma de consultar y comprender la opinión pública.
La idea tomó forma a comienzos de este año, cuando el encuestador Scott Rasmussen viajó a Bowling Green, una ciudad de Kentucky conocida por su planta de Corvette y por ser la cuna de Fruit of the Loom. Allí conoció el trabajo de Jigsaw, un laboratorio de innovación de Google que desarrolla soluciones para desafíos sociales.
El equipo había lanzado una experiencia de participación ciudadana en la que los vecinos podían expresar sus inquietudes, desde la apertura de un centro recreativo hasta la legalización de la marihuana. Para procesar las respuestas se utilizó Sensemaker, una herramienta de IA basada en el modelo lingüístico Gemini. Su función era detectar coincidencias y diferencias entre testimonios, ofreciendo una mirada mucho más compleja que la de un cuestionario clásico. Rasmussen volvió convencido de que la IA podía transformar la demoscopia.
De esa experiencia surgió We The People, proyecto impulsado por Jigsaw y el Napolitan Institute, una organización sin fines de lucro fundada por el encuestador. La iniciativa prevé reunir entre cinco y diez ciudadanos de cada uno de los 435 distritos electorales de Estados Unidos para conversar sobre qué significa ser estadounidense, cuáles son los problemas más urgentes y hacia dónde debería dirigirse el país. "Queremos que las personas sientan que su voz importa. Cuando creen que nadie los escucha, los ciudadanos también creen que carecen de derechos reales", declaró Yasmin Green, directora ejecutiva de Jigsaw.
A diferencia de una encuesta tradicional con preguntas cerradas, la IA propone un diálogo dinámico: formula repreguntas, adapta el tono, identifica consensos y permite que los participantes revisen y comenten los resultados.
Democracia digital y riesgos de la IA
La propuesta se inspira en antecedentes como vTaiwan, la plataforma digital que en 2016 trasladó debates legislativos a Internet y permitió que tanto ciudadanos como expertos discutieran regulaciones con impacto real. Esa experiencia, liderada por Audrey Tang (actualmente ministra de Asuntos Digitales de Taiwán), impulsó más de veinte reformas y en 2023 recibió financiamiento de OpenAI para seguir desarrollando formas de democracia digital. El entusiasmo, sin embargo, convive con diversos riesgos a los que hay que anticiparse. Los algoritmos pueden introducir sesgos, simplificar realidades complejas o invisibilizar matices sensibles.
Consciente de ese desafío, Google prometió publicar íntegramente las respuestas y los informes generados para que académicos, políticos y ciudadanos puedan contrastar la información sin depender solo de un resumen automatizado. De este modo, la transparencia aparece como condición indispensable para que el proyecto gane legitimidad en un contexto marcado por el avance de los deepfakes y la manipulación digital en las campañas electorales.
¿Cómo podría verse reflejado en Argentina?
Si bien We The People aún se encuentra en fase de prueba, el lanzamiento oficial es inminente. La selección de encuestados quedará en manos de RepData, una firma externa que garantizará la representatividad de cada distrito. Si prospera, la herramienta no solo servirá para diseñar mejores políticas públicas en Estados Unidos, sino también para repensar cómo se organiza el vínculo entre la opinión pública y las decisiones políticas. Y en Argentina se podría sacar provecho a esta iniciativa. Durante los sondeos electorales locales se registraron duros cuestionamientos en la última década, con errores notorios en las PASO de 2019 y en las presidenciales de 2023.
La metodología tradicional, basada en entrevistas telefónicas o cuestionarios digitales, enfrenta limitaciones similares a las de Estados Unidos: baja tasa de respuesta, sobrerrepresentación de ciertos segmentos sociales y dificultades para captar matices en un electorado cada vez más fragmentado. La incorporación de IA podría permitir confeccionar encuestas más flexibles, con análisis de lenguaje natural, repreguntas adaptativas y síntesis de grandes volúmenes de testimonios en tiempo real.
Una herramienta así, por un lado, les ofrecería a los partidos políticos y a los gobiernos la posibilidad de diseñar estrategias más cercanas a las preocupaciones reales de la ciudadanía. Por otro, abriría un debate ético sobre hasta qué punto la tecnología puede guiar la agenda pública y quién controla los datos que se generan.
La polarización política argentina, sumada a la desconfianza hacia las instituciones, convierten este tipo de experimentos en un terreno tan prometedor como sensible. La pregunta central es si la IA logrará fortalecer la democracia al ampliar las voces ciudadanas o si terminará reforzando los mecanismos de manipulación electoral.
¿Un puente o un campo de disputa?
Lo cierto es que el proyecto de Google marca un precedente que las sociedades latinoamericanas no podrán ignorar. Así como los errores evidenciados en los sondeos estadounidenses impactaron en la percepción global sobre las encuestas, un eventual éxito de We The People abriría la puerta hacia una mayor precisión y credibilidad.
La política ya no discute solo candidatos y programas, sino también las herramientas con las que se construye el vínculo entre los líderes y los votantes. Y, en ese contexto, la inteligencia artificial irrumpe como una nueva frontera en dicho proceso. La cuestión es si se convertirá en un puente para recuperar la confianza o en un campo más de disputa en democracias cada vez más fragmentadas.