LA ERA MILEI

Lo que viene en sueldos, las claves del segundo semestre en paritarias

Economistas y analistas del mercado laboral advierten sobre el impacto regresivo del anclaje salarial como herramienta antiinflacionaria. A meses de una nueva elección, el empleo, el consumo y las paritarias enfrentan un escenario de tensiones, ajustes sectoriales y posibles medidas de compensación no remunerativas

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Las diferentes veredas políticas y económicas hacen foco en la dinámica salarial ante el ingreso del segundo semestre del año bajo la administración Milei. “Los sueldos se suman al atraso cambiario para ser las anclas del modelo Milei contra la inflación”, le resumió a BAE Negocios el economista Martín Kalos. Siempre en el marco del ajuste a sueldos y jubilaciones la Casa Rosada realza su estrategia antiinflacionaria, con la homologación de acuerdos por mejoras salariales sujeta a la pauta oficial.

La certeza “ricotera”, adaptada a la negociación colectiva y vigente una vez más, recuerda que “toda paritaria es política”. Diferentes analistas consultados por este diario destacan que esa frase abarca desde la dinámica de un año electoral como 2025, hasta el desempleo, la organización gremial frente al respaldo que el oficialismo conserva en sectores de clase media y “clase un cuarto”, como ironizan algunos sindicalistas, la evolución de los precios, y también el impacto económico de la tensión vigente en Oriente Medio.

Escenario difícil de sostener

Para Florencia Florentín, investigadora docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y economista jefa de Épica Consultores, al evaluar la dinámica salarial y el devenir de las mesas paritarias concretadas, corresponde remarcar que en este 2025 “las paritarias son heterogéneas”. Considera que, en los sindicatos más fuertes, se logran aumentos por encima del máximo permitido del 1 %, pero en los más débiles se pacta a la baja, muchas veces con intervención gubernamental. A su criterio, en el sector público “incluso casi no hay paritarias: se arreglan de manera unilateral los aumentos, cuando los hay”.

Sobre lo que vendrá a partir de julio, y al observar la vasta franja de la actividad informal, Florentín consideró que allí se registró una recuperación tras la fuerte caída de 2023 y ahora por la baja de la inflación. “En el corto plazo, si bien parece funcionar para bajar los precios, en el mediano término ya está teniendo impactos fuertes en el consumo interno, que resulta, junto con el aumento de la competencia por la apertura y apreciación, en despidos y cierre de empresas. Lo cual nos hace presumir un escenario insostenible”.

 

Desocupación, una variable a tener en cuenta

Otro ángulo de análisis ofreció Matías Ghidini, CEO de la consultora en Recursos Humanos Ghidini Rodil. “Lo que apreciamos para el segundo semestre es un mercado laboral que todavía permanece trabado, con ribetes muy heterogéneos según los distintos sectores. Metafóricamente, podemos decir que la demanda laboral es todavía gris, a la espera de una reactivación económica”.

A criterio de Ghidini, esa reactivación debería concretarse “de forma más homogénea, así como también avanzar en una fase 2 en materia de reforma laboral”.

Sobre la cuestión salarial, y en particular respecto del personal que se desempeña fuera de los Convenios Colectivos de Trabajo (CCT), el ejecutivo puntualizó: “Hoy las empresas prevén una mejora del 35 % en base a una inflación proyectada del 34 %. Es decir, la pauta salarial se propone igualar al incremento sostenido de precios. De todas formas, consideramos que en el actual contexto de desocupación, el desafío principal para los trabajadores es conseguir un empleo o mantener el que ya poseen, más que lograr aumentos significativos en sus ingresos”.

Éramos tan pobres y estalló una guerra

En la visión del economista y docente de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), Mariano Kestelboim, existe para el próximo semestre una vinculación directa entre la cuestión salarial y el calendario electoral. “Por lo general, los denominados años electorales permiten alguna mejora en las condiciones en que se negocian las paritarias, y este 2025 es electoral”.

Kestelboim acentuó su crítica al señalar que, en los años sin elecciones, “suele ocurrir que no hay tal mejoría en las condiciones de la discusión colectiva. Ahora, a 2024 bajo la gestión de Javier Milei, podemos definirlo como un año terriblemente malo”.

Para el segundo semestre, estimó que “sólo será malo, levemente mejor que lo que resultó ser el año anterior en materia de salarios y paritarias. No creemos que haya una recuperación del poder adquisitivo perdido, porque las políticas establecidas así lo demuestran. Conforme se acerque la fecha de las elecciones, habrá alguna variante de compensación en forma no remunerativa, incluso para que el deterioro no sea  paupérrimo”.

Y sobre la rigurosa actualidad, el analista sumó un elemento al diagnóstico: “habrá que ver hasta dónde puede escalar la guerra desatada en Medio Oriente, un hecho bélico que afectará el precio del petróleo y otros valores, y sin dudas es una cuestión que puede repercutir en el salario de los trabajadores y trabajadoras”.

“La organización vence al tiempo”

El economista Juan Santarcángelo, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Quilmes, le explicó a este diario que el punto de partida para cualquier análisis debe ser la pretensión del gobierno en materia salarial. “Eso le suma complejidad al panorama, no sólo por la decisión libertaria de que las paritarias no superen el 1 %, cuando los salarios de distintos sectores ya vienen por debajo de la inflación, sino porque la única alternativa posible a la que pueden aspirar es la recuperación”.

Santarcángelo subrayó que el gobierno promueve “una distribución regresiva del ingreso que va en contra de los trabajadores, trabajadoras y todas las clases populares”. A su criterio, esa lógica se comprueba en que los topes salariales vía paritarias no encuentran su correlato en límites a los precios de alimentos, artículos de primera necesidad o servicios. Agregó además un dato vinculante: “La gestión libertaria eliminó un sinfín de regulaciones que se traducen en la liberación de precios de distintos sectores de la economía”.

Respecto del futuro próximo, consideró como un factor esencial la capacidad de organización y lucha de las y los trabajadores, porque “la cuestión es torcer la decisión gubernamental. Y no se trata de rebeldía sin razones: hay que asumir que la voluntad del gobierno hacia los trabajadores es el destrato y la deconsideración”.

Reconoció también que existen sectores mejor posicionados que otros, ya sea por razones estructurales, organizativas o por capacidad de disputa, como en el caso de los aceiteros. “En cambio, otros por el tipo de conducción sindical, la pérdida salarial acumulada o por la fragilidad de actividades jaqueadas por el modelo vigente, como los estatales, están en peor situación”.

Para Santarcángelo, el corto plazo anticipa un escenario con abundancia de conflictos. “La mirada al contexto global nos permite comprobar que están sucediendo fenómenos similares en otras naciones del mundo, pero algunos rasgos que se padecen en Argentina la consagran como un caso singular en cuanto a complicaciones para trabajadores y trabajadoras”.

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