Terremoto

Santiago Cafiero, único objetivo formal de la movida kirchnerista para oxigenar el Gabinete

La vicepresidenta difundió una carta horas después de que el Presidente dijera que "con presiones no lo iban a obligar" en un insólito off. Aclaró que no pidió la renuncia de Guzmán y a Kulfas y Moroni ni los nombró. El conflicto podría llegar a su fin

gbuttazzoni

Entre reproches y trapitos al sol, la crisis en el Gobierno fue quedando poco a poco acotada. El presidente Alberto Fernández, primero, y la vice, Cristina Fernández, después, expusieron sus argumentos, se atacaron mutuamente y, finalmente, dejaron entrever un camino de salida que, si bien dejará profundas heridas, puede llegar a poner fin al terremoto.

Alberto habìa primereado señalando vía Twitter: "La altisonancia y la prepotencia no anidan en mi. La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido. Lo haré llamando siempre al encuentro entre los argentinos". Luego especificó su mensaje a través de un insólito off en on: "Con presiones no me van a obligar", dijo a Página/12 dando a entender que los cambios llegarían, pero cuando él lo dispusiera. El camino estaba dispuesto. Y Cristina lo recorrió.

Caída la tarde y cuando el país esperaba la jugada del kirchnerismo en el ajedrez del oficialismo, la vice difundió una carta. Con solo ver la extensión puede corroborarse la autenticidad de su autoría. Allí señaló que había advertido en reiteradas oportunidades que la situación social estaba tan desatendida que era de esperar que los resultados de los comicios hubieran sido los que fueron.

Cuestionó que a pesar de sus advertencias no fue tenida en cuenta, que la ejecución presupuestaria estuvo muy por debajo de lo permitido para intentar revertir más eficazmente la situación desesperante de amplias franjas de la sociedad.

 

"No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación. La respuesta siempre fue que no era así, que estaba equivocada y que, de acuerdo a las encuestas, íbamos a ganar 'muy bien' las elecciones. Mi respuesta, invariablemente, era 'no leo encuestas… leo economía y política y trato de ver la realidad'", explicó. 

Pese al tenor de sus reproches por el manejo de la Economía, explicitó que no pretendía la salida de Martín Guzmán, tal como había trascendido el miércoles. A Matías Kulfas y Claudio Moroni, otros de los señalados, ni siquiera los nombró. En cambio, descargó toda la artillería contra Santiago Cafiero.

El jefe de Gabinete se reveló así en el único objetivo formal de la movida kirchnerista para oxigenar el Gabinete. Sus horas están contadas. El Presidente ya sabe que perderá a su mano derecha y resta ver cómo se logra deshacer el nudo.

Cristina, en un gesto calculado, reveló que incluso le sugirió a su Presidente el nombre del sucesor del nieto del fundador de la renovación peronista. Revelando parte de la conversación que el martes mantuvo con Alberto, Cristina señaló: "Allí le manifesté que era necesario relanzar su Gobierno y le propuse nombres como el del gobernador Juan Manzur para la Jefatura de Gabinete". 

Además de imponer amablemente el nombre del nuevo jefe de Gabinete, Cristina se cubrió así de que la acusen de querer intervenirle la gestión a Fernández, ya que son conocidas las diferencias que mantiene con el tucumano.

"Cuando tomé la decisión, y lo hago en la primera persona del singular porque fue realmente así, de proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente de todos los argentinos y las argentinas, lo hice con la convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino", concluye la misiva de Cristina. El conflicto se acotó, solo resta voluntad de resolverlo.

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