Encuesta: más de la mitad de los estadounidenses considera que los multimillonarios amenazan la democracia
Un relevamiento muestra un salto en la desconfianza hacia la riqueza extrema en EEUU: crece el apoyo a limitar fortunas, subir impuestos y reducir su poder político
La escena se tensa en un país que discute su rumbo político: un bloque amplio de ciudadanos de EEUU sostiene que la presencia de multimillonarios en la vida pública dejó de ser un símbolo de éxito para transformarse en un problema de fondo. Los datos surgen de la edición 2025 del Americans & Billionaires Survey, elaborada por The Harris Poll, que indaga cambios de humor social sobre riqueza extrema, poder y desigualdad.
El estudio muestra que el 53% de los estadounidenses cree que los multimillonarios amenazan la democracia, un salto de siete puntos respecto del año pasado. La advertencia llega en paralelo con otra tendencia igual de marcada: siete de cada diez encuestados quieren que los ultrarricos tengan un papel menor en la política nacional.
A ese diagnóstico se suma una percepción estructural: el 35% considera que la economía estadounidense funciona como “una cancha inclinada” a favor de los más ricos, mientras que el 73% define la desigualdad de riqueza como un problema grave. Y prácticamente no hay disidencias sobre el punto de partida: el 94% afirma que existe una brecha de riqueza, vinculada a factores como el aumento del costo de vida por encima de los ingresos, los vacíos impositivos corporativos y la falta de vivienda accesible.
Límites, impuestos y obligacionesEl rechazo a la concentración extrema toma forma en propuestas concretas. Más de la mitad (53%) quiere fijar límites a la acumulación de riqueza, una tendencia que crece de manera transversal a edades e identidades políticas. La mayoría sitúa ese tope en los USD 10.000 millones, según el relevamiento. Al mismo tiempo, el 71% respalda la creación de un impuesto específico para multimillonarios, y el 64% apoya exigirles participación filantrópica obligatoria a quienes superen los USD 1.000 millones de patrimonio.
El estudio también revela que gran parte de la sociedad considera insuficiente el aporte tributario del 1% más rico: el 64% sostiene que los multimillonarios no pagan lo que corresponde, una posición encabezada por los boomers y consolidada entre votantes demócratas, independientes y sectores urbanos.
El poder detrás del poderLa sensibilidad sobre el vínculo entre dinero y política se agudiza en un contexto en el que el presidente Donald Trump mantiene una relación pública fluida con grandes fortunas del país, según reconstruyen las fuentes informativas. En su campaña presidencial recibió aportes millonarios de figuras como Timothy Mellon, Linda McMahon, Diane Hendricks y Miriam Adelson. En su asunción, entre los invitados privilegiados figuraron dueños y líderes de Silicon Valley y grandes conglomerados tecnológicos, como Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Elon Musk, Sergey Brin, Sam Altman, Tim Cook y Rupert Murdoch.
Tras asumir, Trump designó a casi una docena de multimillonarios en posiciones federales. Entre ellos, creó para Elon Musk el Department of Government Efficiency; nombró a Linda McMahon como secretaria de Educación; a Howard Lutnick al frente de Comercio; y a Jared Isaacman como administrador de la NASA. Estos movimientos reforzaron el debate sobre la frontera entre influencia económica, representación democrática y conflicto de intereses.
El temor a un poder sin controlLa encuesta también identifica otra preocupación creciente: el 72% de los consultados cree que los multimillonarios tienen demasiado control sobre la tecnología, y el 76% piensa que dominan en exceso la vida digital, un terreno donde la influencia de las grandes empresas se volvió central. En paralelo, el 70% afirma que los gobiernos deberían tener más peso que los magnates en el desarrollo de la inteligencia artificial.
Entre la admiración y la desilusiónEl informe señala un costado contradictorio: aunque seis de cada diez estadounidenses sueñan con ser multimillonarios, tres cuartos creen que esos mismos ultrarricos se benefician de un sistema roto y el 74% siente que no contribuyen lo suficiente a mejorar la sociedad. El desencanto convive con un anhelo: el 79% apoyaría a un multimillonario que desafíe sistemas injustos.