Estos son los nombres que suenan para reemplazar al Papa Francisco

Nombres, estrategias y un Cónclave que desafía la tradición por tensiones entre tradición y renovación. El Colegio Cardenalicio se prepara para elegir al sucesor de Francisco y dos italianos encabezan una lista global

BAE Negocios

Con la sede de Pedro vacante por la muerte del Papa Francisco, los reflectores apuntan a la inminente elección del próximo Papa. En un contexto de secularización creciente y pérdida de fieles, el Colegio Cardenalicio se alista para un Cónclave que podría marcar un giro histórico: será el menos eurocéntrico de la era moderna y con mayoría de cardenales nombrados por Jorge Bergoglio.

La normativa establece que sólo los cardenales menores de 80 años pueden votar. Actualmente son 135, con una edad promedio de 70 años, y sólo 23 no fueron designados por Francisco. Las votaciones se realizarán en la Capilla Sixtina bajo estricta clausura. Se necesitan dos tercios de los votos para que un candidato alcance el papado. El sistema incluye cuatro votaciones diarias —dos por la mañana y dos por la tarde— salvo el primer día, que contempla sólo una. Si luego de 33 votaciones no hay elección, el proceso se reduce a un balotaje entre los dos candidatos más votados, quienes no pueden participar de la siguiente ronda.

Entre los favoritos se encuentra el italiano Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano desde 2013. Con perfil diplomático, es considerado "un candidato de continuidad" y "un equilibrador", según los analistas, por su capacidad de mantener la línea pastoral sin perder el equilibrio entre los distintos sectores de la Iglesia.

Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, aparece como otro de los nombres fuertes. Con pasado en la Comunidad de Sant’Egidio, fue enviado por el Vaticano a mediar en la guerra en Ucrania. Su enfoque social y su experiencia en misiones diplomáticas lo posicionan como una figura clave. El último mensaje de Francisco, leído durante la bendición Urbi et Orbi, aludió a la paz, lo que, según observadores eclesiásticos, "hizo automáticas algunas candidaturas".

Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, también figura entre los postulantes con mayor respaldo. Se lo reconoce por "su equilibrio y su diálogo continuo con judíos y árabes", además de su tarea en apoyo a los palestinos en Gaza.

Luis Antonio Tagle, de Filipinas, actual prefecto del Dicasterio para la Evangelización, posee un carisma que muchos comparan con el del propio Bergoglio. Representa a una Iglesia misionera y joven. Fue nombrado cardenal por Benedicto XVI y contó con la aprobación de Francisco.

Desde Francia, se destaca Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella. Especialista en diálogo interreligioso, especialmente con el Islam, representa "un Europa que busca seguir jugando un rol guía", con sensibilidad hacia "los desafíos migratorios y culturales del Mediterráneo".

Otros nombres de peso completan un abanico de perfiles diversos. El poeta y teólogo portugués José Tolentino de Mendonça es una figura intelectual con visión moderna de la fe. El maltés Mario Grech, coordinador del proceso sinodal, representa una Iglesia más colegiada. El húngaro Péter Erd, canonista y teólogo, encarna la vertiente conservadora.

También resuenan los nombres de Robert Sarah (Guinea), "uno de los porporati más influyentes del ala tradicionalista"; Charles Bo (Myanmar), con fuerte impronta en derechos humanos; Malcolm Ranjith (Sri Lanka), cercano a Benedicto XVI; Fridolin Ambongo Besungu (Congo), comprometido con causas sociales; y Willem Eijk (Países Bajos), defensor de posturas doctrinales tradicionales.

Los llamados "grandes electores" jugarán un rol decisivo, aunque no sean candidatos directos. Entre los conservadores sobresalen Timothy Dolan (EEUU), Gerhard Müller (Alemania), Kurt Koch (Suiza) y Marc Ouellet (Canadá). Por el lado progresista, se espera influencia de Jean-Claude Hollerich (Luxemburgo) y Michael Czerny (Canadá), ambos alineados con la visión de Francisco.

Según el canon 349, los cardenales deben reunirse en el Vaticano y jurar "secreto absoluto sobre el proceso". Tras una misa votiva en la Basílica de San Pedro, marcharán en procesión hacia la Capilla Sixtina. Una vez allí, cada uno prestará juramento. Cerradas las puertas al grito de “extra omnes”, comenzará la votación. Si el humo que sale de la chimenea es negro, el mundo sabrá que aún no hay Papa. Si es blanco, será el anuncio de que, una vez más, "Habemus Papam".

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