Una novela predijo el coronavirus de Wuhan hace 40 años atrás
Un libro publicado en 1981 sitúa el origen de una infección mortal y mundial en la misma ciudad de china que es foco la epidemia
La novela de terror conocida como "The Eyes of the Darkness" (Los ojos de la oscuridad), escrita por el estadounidense Dean Koontz (Pensilvania, 1945) publicada hace casi 40 años, recoge la existencia de una virulenta epidemia, en lo que parece una premonición de la pandemia que está atacando a la tierra este año. Ya son varias las ciudades cerradas a causa del coronavirus, y hay más de 2.000 muertos y un total de 77.780 infectados.
Precisamente la ciudad principal del nicho del coronavirus en China, es el escenario que el escritor Koontz recoge al final de su novela publicada en 1981. En los escritos explica como una extraña enfermedad invade el lugar y provoca miles de muertes, ya que la misma solo puede afectar a seres humanos, y la describe como una "poderosa arma biológica" que ha sido desarrollada en laboratorios de las afueras de Wuhan.
La novela relata de que un científico chino de nombre Li Chen lleva a los Estados Unidos una cepa del virus, desarrollado en los "laboratorios RDNA" a partir de una cepa de más de 400 microorganismos artificiales. La diferencia con la realidad, es que al virus en cuestión lo denominan "Wuhan-400", un "arma perfecta" -describe el escritor- que afecta solo a seres humanos y que ninguna otra criatura viviente puede portar.
"Al igual que la sífilis, Wuhan-400 no puede sobrevivir fuera de un cuerpo humano vivo por más de un minuto, lo que significa que no puede contaminar permanentemente objetos o lugares enteros como el ántrax y otros virulentos microorganismos", relata en su novela.
Entre línea y línea relatan que cuando el portador del virus muere, el virus que se describe en este libro "perece poco tiempo después, tan pronto como la temperatura del cadáver descienda por debajo de 86 °F (el equivalente a 30º C)", añaden.
Por el contrario, el escritor estadounidense explica a través de uno de sus personajes que esta enfermedad es, para sorpresa de muchos, "peor" que el virus del ébola en África. "Infinitamente peor", subraya uno de los protagonistas, al afirmar que el virus ofrece "ventajas importantes" en comparación con la mayoría de agentes biológicos.
"Por un lado, una persona puede convertirse en portador infeccioso solo cuatro horas después de entrar en contacto con el virus -un periodo relativamente corto-; y una vez infectado, nadie vive más de 24 horas. La mayoría muere en doce", advierte este personaje, que es capaz de elucubrar una poderosa teoría de la conspiración.
En la actualidad, la tasa de mortalidad del coronavirus surgido en China es muy reducida (se estima en torno al 2.3%), en la novela de terror no se quedan cortos a la hora de catalogar su virulencia. Allí la tasa de mortalidad es del 100% y "se supone que nadie puede sobrevivir al virus", según señala un personaje.
"Si te estoy entendiendo bien -responde otro científico en la novela- los chinos podrían usar el Wuhan-400 para borrar una ciudad o un país (...). Lo probaron en Dios sabe cuántos presos políticos. Nunca pudieron encontrar a un anticuerpo o un antibiótico que fuera efectivo contra eso. El virus migra al tejido cerebral y allí comienza a segregar una toxina que destruye la parte del cerebro que controla todas las funciones automáticas del cuerpo hasta que la víctima deja de tener pulso o cualquier necesidad de respirar", dice otro personaje.
En los casi últimos párrafos de la novela, se sabe qeu solamente sobrevive a la letal epidemia Danny (un paciente que pasó la enfermedad y que es considerado "el único superviviente habido hasta la fecha").
Aunque las características que recoge esta ficción en relación al coronavirus exageran cualquier síntoma o evidencia conocida de la actual epidemia, no cabe duda de que el escritor fue premonitorio en una cosa: Wuhan sería en 2020 el epicentro de un virus que por desconocido sigue atemorizando a la población dentro y fuera de China.