Es normal tener miedo al dolor
Nuestra tendencia natural es hacer todo lo posible por evitarlo
Existen tantas fobias como estímulos o cosas hay en el mundo. Así, se puede tener fobia a prácticamente cualquier cosa. Las fobias específicas son un tipo de trastorno de ansiedad que implica un miedo desproporcionado o irracional a determinados estímulos, objetos o situaciones que causan interferencia en la vida de la persona.
Casi todos tenemos miedo al dolor. Sin duda este es un temor tan habitual como normal porque padecer dolor es un estado que nadie desea. Es más, nuestra naturaleza suele hacer todo lo posible por evitar el sufrimiento físico y nos hace huir del dolor como método de supervivencia. Pero si lo que se siente es un miedo irracional y persistente, entonces hablamos de la "algofobia". Fobia específica que implica elevada ansiedad y anticipación.
¿Quién no tiene miedo al sufrimiento físico? Padecer dolor es uno de los estados menos deseables en los que puede hallarse una persona. De hecho, nuestra tendencia natural suele ser hacer todo lo posible por evitarlo. La huida del dolor constituye un mecanismo reflejo a favor de nuestra integridad personal y supervivencia y, por tanto, obedece a un fin adaptativo. No obstante, hay personas para las cuales este miedo alcanza una intensidad claramente superior a lo que se consideraría normal.
Y no solo destacaría en ellos la intensidad del temor, también su frecuencia, persistencia e influencia en la vida diaria. Por tanto, para las personas que sufren algofobia, esta aversión ansiosa al dolor se constituye como un verdadero problema con acusadas implicaciones socio-afectivas. Es generalmente típico de una persona con miedo al dolor dar lugar a la experiencia del mismo dolor de una manera anticipada y ficticia.
La algofobia se caracteriza por temer de forma "fóbica" cualquier tipo de experiencia relacionada con el dolor, no solo "el dolor en sí". Lo que teme, en realidad, es la percepción subjetiva de dolor. Ni siquiera es imprescindible que la persona esté expuesta a situaciones de salud que le causen dolor para que esta fobia afecte a su rutina diaria.
Fiodor Dostoievski afirmó: "El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre más irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor".
Sin embargo, tener miedo a experimentar un dolor no es precisamente un trastorno. Todos, en cierta medida, huimos del dolor, porque no es una sensación muy grata de sentir, aunque sea una respuesta instintiva básica que nos avisa de que estamos sufriendo algún tipo de daño en nuestro organismo. Claro que, en algunos casos, el miedo es desproporcionado. La respuesta no se corresponde a una situación realmente peligrosa o amenazante.
Algunos de los síntomas de la algofobia: nervios, sudoración, hiperventilación, mareos y/o aumento del ritmo cardíaco al enfrentarse a situaciones que puedan suponer una experiencia dolorosa. Evitar hospitales, médicos y cualquier actividad que pueda suponer una experiencia de dolor.
Esto nos pone muy cerca de la zona de la aprensión. Es un estado emocional caracterizado por el miedo a sufrir daños o enfermedades. No es una fobia específica, sino un estado de temor constante que afecta a la toma de decisiones, las relaciones sociales y, en general, al día a día. Una persona aprensiva suele sentir una preocupación excesiva acerca de posibilidades; es miedo a que ocurra algo malo en el entorno, tanto a ellos mismos como a sus seres queridos.
La aprensión, aunque problemática cuando es excesiva, es una respuesta adaptativa en situaciones concretas. Siguiendo su guía, es posible prevenir escenarios negativos o que amenacen la integridad de la persona. Su aspecto negativo es que a veces se tiene una percepción distorsionada de cuáles son esos peligros y de su gravedad. La hipocondría contribuye a un estado emocional de aprensión y de ansiedad.
Dado que la aprensión es un estado emocional no patológico, existe una serie de consejos para llevar a cabo de manera individual y reducir así el malestar que genera. Llevar nuestra atención al momento presente. Centrar nuestros esfuerzos en lo que podemos cambiar, aquello en lo que sí tenemos el control, generando, de esa manera, una mentalidad positiva.
"Cuentan que hace mucho tiempo, en un lejano templo donde se preparaban las jóvenes mentes más brillantes, un grupo de discípulos le preguntó a su maestro Zen: ¿De dónde viene el lado negativo de nuestra mente y el miedo al dolor?
El maestro, en silencio y sin mediar palabra, se retiró un momento y enseguida regresó con un gran pergamino enrollado. Le quitó el sello que lo mantenía fijado y poco a poco fue abriéndolo hasta que se pudo ver un gran lienzo en blanco. En medio del lienzo había un pequeño punto negro.
¿Qué ven ustedes en este lienzo?, preguntó el maestro a sus discípulos. Todos los discípulos respondieron: Un pequeño punto negro, maestro.
El maestro dijo: "Ese es el origen de la mente negativa y también el comienzo del miedo al dolor. Ninguno de ustedes ha visto el enorme espacio blanco que rodea al punto negro, ninguno ha visto que siempre es más importante todo lo positivo que rodea al dolor que imaginamos, pero que todavía no llega."