La derogación de la ley de alquileres fue una de las primeras medidas que tomó el gobierno del presidente Javier Milei. Entre distintas modificaciones, ahora ya no será necesario que los inquilinos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires presenten un garante para firmar un contrato.

Esta decisión en el marco de la ley busca ser una nueva opción contra la exigencia de buscar un garante físico, que se comprometa a ser el responsable económico en caso de que haya algún tipo de incumplimiento por parte del inquilino.

Sin embargo, a la hora de buscar un alquiler para poder vivir, el inquilino puede optar por un garante privado, o bien por un garante físico. Pero, ¿qué es lo que conviene más?

Si bien el beneficio que más destaca al garante físico es que no se asume ningún costo monetario, eso no significa que al fin y al cabo sea la mejor opción.

En ese caso, los procesos de aprobación suelen ser más rápidos y sencillos por parte de las empresas de inmobiliaria. Aunque, por otro lado, muchas garantías privadas ofrecen coberturas adicionales, como protección contra daños al inmueble o incumplimiento de otras cláusulas del contrato. 

 Garante físico o privado: ¿qué conviene más?

De todos modos, el hecho de elegir la opción de garante físico significa mayor flexibilidad, ya que puede ser un familiar o conocido y no requerirá trámites burocráticos adicionales. 

El monto se calcula en base a un porcentaje del costo total de alquiler de la vivienda a alquilar. En ese sentido, un relevamiento reveló que varía entre el 140% y el 180% del valor del primer alquiler.

Si bien se destaca que el valor suele ser muchísimo más alto en comparación a los costos de alquiler, es importante tener en cuenta que solo se paga la primera vez al momento de firmar el contrato y tiene validez durante todo el periodo que dura el mismo.