El pasado fin de semana Spiderman: sin camino a casa superó a Avatar como la tercera película más vendedora (que no más vista, se explica luego) en los EE.UU. con poco más e 750 millones de dólares desde su estreno, y todavía tiene para seguir sumando. Avatar llegó a 749 en ese mercado. Delante, solo tiene a Avengers: Endgame (858 millones) y Star Wars: el despertar de la fuerza (936 millones). En la Argentina permanece primera desde su estreno en diciembre con más de 3,65 millones de entradas vendidas. Mundialmente, está en el puesto seis con 1.775 millones de dólares.

Aunque ajustada por inflación, Spiderman... está aún muy lejos de ser una de las películas más vistas de la historia, permite darle esperanzas a la exhibición en sala en casi todos los mercados. De hecho, el box-office europeo mejoró un 42% respecto del nulo 2020, y tuvo mucho que ver el filme de superhéroes incluso si solo tuvo una semana de exhibición en 2021. La película es de casi tres horas, presenta personajes popularísimos -y un elenco gigante-, suma todas las series de Spiderman en el cine, está plagado de acción y fantasía, y sigue en la vía del espectáculo gigantesco recreado por los hijos del cómic. Que ha creado su propio público, de entre 10 y 40 años, ni más ni menos el grueso de quienes van al cine.

Dado que hay por lo menos una docena de estos espectáculos en el futuro de la exhibición global, cabe pensar que la recuperación de los cines será más rápida de lo estimado a fines de 2021, cuando las consultoras creían que llegaría recién a finales de 2023. Marvel podría salvar la exibición.

El problema es otro: que el público solo va a ver esta clase de películas. Cuando mañana se conozcan las nominaciones al Oscar, se verá un vuelco. Para todos los analistas, la favorita será El poder del perro, de Jane Campion, que se conoce por Netflix. Y se predicen menciones para Todo sobre los Ricardo (Amazon); CODA (Apple); No mires arriba (Netflix); Tick Tick...Boom (Netflix); La hija oscura (Netflix); Madres paralelas (Netflix); The Tender bar (Amazon); Luca (Disney+), Los Mitchell contra las máquinas (Netflix). Hay más, pero es una buena prueba de que el cine no "inmersivo" se refugia, cada vez más, fuera de las salas. 

Dicho de otro modo. la tendencia consiste en que haya dos tipos de productos audiovisuales diferentes: uno con menos desarrollo fantástico-inmersivo para plataformas (y financiado por ellas), y otro, cada vez más grande -e inflacionario- destinado a salas. De allí que el problema de la ventana exclusiva (¿cuánto debe durar una película en un cine sin ir a on demand?) se vuelva, además, crucial en el futuro.