Bonistas del canje cuestionaron al Gobierno y presionan para un acuerdo con el FMI que acelere el ajuste

En un duro comunicado, los grupos Exchange y ACC advirtieron sobre la profundización de la crisis, criticaron las medidas cambiarias y sugirieron que podría haber un nuevo default. "Hay una aparente falta de voluntad política para tomar decisiones difíciles", expresaron. El comité de BlackRock no firmó

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Dos de los tres grupos de bonistas que acordaron con el Gobierno reestructurar unos USD65.000 millones de deuda externa apenas un mes y medio atrás, publicaron este jueves un duro comunicado contra la gestión económica de Alberto Fernández. Los fondos de Wall Street advirtieron sobre la profundización de la crisis, criticaron las medidas cambiarias, sugirieron que podría haber un nuevo default y enviaron un mensaje de presión para que el programa con el Fondo Monetario Internacional impulse una aceleración del ajuste fiscal y una devaluación.

Se trata del Grupo Exchange, liderado por el fondo Monarch y asesorado por Dennis Hranitzky -el exabogado del buitre Paul Singer-, y el Comité de Acreedores de Argentina (ACC por su sigla en inglés), que durante la negociación había sido el más dialoguista. Entre ambos aseguran tener más del 23% de la deuda canjeada en la operación que permitió reestructurar el 99% de los títulos bajo legislación extranjera. En cambio, no firmó la declaración el grupo Ad Hoc, liderado por BlackRock -el mayor administrador de fondos del mundo que preside Larry Fink- e integrado por otros pesos pesados como Fidelity y Ashmore, que tendría cerca de un tercio de los nuevos papeles.

"Las autoridades económicas de Argentina no solo no lograron restablecer la confianza, sino que las medidas políticas adoptadas inmediatamente después de la reestructuración de la deuda empeoraron drásticamente la crisis económica del país", afirmaron los acreedores.

El comunicado asegura que "el ministro (Martín) Guzmán se negó asiduamente a proporcionar parámetros específicos de una agenda económica a los acreedores". La principal crítica explicitada es la falta de "un programa económico". Aunque el texto deja ver cuál es el contenido que pretenden esos actores del establishment financiero internacional para ese programa: un recorte del déficit fiscal más rápido del propuesto por el Gobierno y una mayor devaluación.

Respecto de este último punto, plantearon: "En lugar de permitir que los precios alcancen el equilibrio y estimulen la actividad económica deseada, el Banco Central reforzó una política cambiaria que promueve las importaciones, desalienta las exportaciones y agotó las reservas a un nivel peligroso. La brecha resultante de más del 100% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo garantiza virtualmente que las reservas no se puedan reconstruir".

 

Que las afirmaciones provengan de estos grupos despierta preocupación. Es que muchos de estos fondos son los mismos que ingresaron al país para hacer carry trade durante el macrismo, luego quedaron atrapados en activos en pesos por el cepo y ahora buscan dolarizarse a través del mercado del contado con liqui (CCL), lo que presiona al alza su cotización. La afirmación sugiere que la fuga podría acelerarse.

También cuestionaron la decisión del BCRA de forzar a las empresas a reestructurar sus deudas en dólares y agitaron el fantasma de un eventual futuro default. "Al transmitir el mensaje de que incluso las deudas sostenibles no se reembolsarán, las autoridades argentinas alarmaron a muchos acreedores, que se preguntan si sus sacrificios para proporcionar una estructura de deuda que Argentina es capaz de atender fueron insignificantes frente a un prestatario que simplemente puede no estar dispuesto a pagar", aseguraron.

En el terreno fiscal, deslizaron su exigencia de un ajuste a mayor velocidad. El Gobierno comparte la necesidad de ir hacia un superávit de las cuentas públicas pero plantea un sendero gradual.

"Las exigencias fiscales y monetarias de 2020 son quizás comprensibles, pero está claro que la intención de tener un déficit primario de 4,5% y un déficit general de 6% en 2021, financiado con la impresión de pesos es dañino para la confianza interna y externa. Sin anclas políticas aparentes y una aparente falta de voluntad para tomar decisiones difíciles, la formulación de políticas económicas de Argentina socava la recuperación post-Covid. Si bien el gobierno se niega a hablar de sus objetivos monetarios o fiscales para 2022 o más allá, los mercados deben asumir lo peor y extrapolar a partir de 2021".

En medio de la negociación de un nuevo programa con el Fondo, que volverá al país a mediados de noviembre, los inversores de Wall Street buscan marcar la cancha. "Los acreedores ya desempeñaron su papel, brindando una oportunidad histórica a Argentina para comenzar de nuevo. Ahora le toca a Argentina y al FMI jugar lo suyo", resaltaron.

Luego de la reestructuración, muchos de los tenedores comenzaron a desprenderse de los títulos obtenidos en el canje en medio de la creciente tensión cambiaria. Es por eso que el precio de los bonos se hundió en este mes y medio, y el riesgo país trepó alrededor del 30% en el mismo lapso.

 

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