¿Y si no fue una bala? Polémica en torno al disparo que hirió a Donald Trump

El exmédico de Trump rechazó las dudas planteadas por el director del FBI sobre el tipo de proyectil que hirió al expresidente. Aseguró que fue una esquirla y resaltó que la investigación aún está abierta

BAE Negocios

El exmédico del expresidente Donald Trump, Ronny Jackson, rechazó el viernes las especulaciones del director del FBI, Christopher Wray, de que el aspirante republicano a la presidencia de los Estados Unidos podría haber sido alcanzado por una esquirla en lugar de una bala cuando un hombre armado intentó asesinarlo en un acto de campaña a principios de este mes.

Una bala y una esquirla representan proyectiles muy distintos: mientras que una bala es un proyectil único, una metralla (o esquirla) es un fragmento irregular de un objeto más grande, que se produce por una explosión o impacto. En el contexto de municiones, también se refiere a pequeñas bolas metálicas o fragmentos diseñados para dispersarse al detonar un proyectil.

Lo que es seguro es que Trump fue atacado por Thomas Matthew Crooks, de 20 años, quien abrió fuego con un rifle AR y fue muerto por agentes del Servicio Secreto. Crooks, un republicano registrado, no estaba en el radar del FBI, aunque el Servicio Secreto lo clasificó como “sospechoso” en el mitín. Crooks había buscado información sobre Trump y a qué distancia estaba Lee Harvey Oswald de John F. Kennedy cuando le disparó en 1963, según Wray.

En torno a la polémica, Jackson, antiguo médico de cabecera de Trump, afirmó que no hay “absolutamente ninguna prueba de que fuera otra cosa que una bala”, citando la evaluación inicial del Butler Memorial Hospital, el hospital de Pensilvania al que Trump fue tratado tras el intento de asesinato.

La declaración de Jackson responde directamente al testimonio de Wray ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, donde argumentó que la investigación en curso sobre el tiroteo aún no ha determinado de manera concluyente si el expresidente fue alcanzado por una bala o metralla.

En su declaración, Jackson, exmédico de la Marina, dijo estar “completamente de acuerdo” con la evaluación del hospital, y sostuvo que Wray estaba “equivocado al sugerir cualquier otra cosa”. Instó al Congreso a “corregir el registro según lo confirmado tanto por el hospital como por mí mismo”.

Trump también se mostró en desacuerdo con el testimonio de Wray, asegurando que “el FBI ni siquiera comprobó” qué le rozó la oreja. En un post en Truth Social, afirmó que no había cristal ni metralla en su oreja y añadió: “fue, por desgracia, una bala la que me dio en la oreja, y me dio de lleno”. Trump aprovechó para arremeter contra Wray, a quien él mismo nombró en el cargo durante su primer año de mandato en 2017, por el testimonio de que no había observado signos del deterioro cognitivo del presidente Joe Biden durante sus conversaciones. Trump pidió a principios de esta semana la dimisión de Wray por esos comentarios.

Todo indica que Trump fue alcanzado por una bala

La cuestión de qué rozó la oreja de Trump, dejándola ensangrentada y vendada, se ha politizado en las dos semanas desde el tiroteo. El FBI dijo que sigue examinando las pruebas de la escena y que la investigación sigue en curso. Sin embargo, varios republicanos han desestimado la idea de que Trump podría haber sido alcanzado por algo más que una bala. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, dijo que “hemos escuchado de múltiples fuentes en diferentes ángulos que una bala le atravesó la oreja”. El portavoz de la campaña de Trump, Steven Cheung, señaló que es “chocante” que Wray “no sepa cuáles son los hechos”.

Un análisis del New York Times sugiere que Trump probablemente fue alcanzado por la primera de las ocho balas disparadas en su dirección, basándose en fotos del mitin, vídeo, audio y un análisis de la trayectoria de las balas.

Trump fue herido mientras hablaba en un acto el 13 de julio en Butler, Pensilvania, pocos minutos después de subir al escenario. Una bala perdida mató a un hombre e hirió gravemente a otros dos. Los agentes del Servicio Secreto rodearon rápidamente a Trump, quien tras caer al suelo pudo levantarse, cerrar el puño y apelar al grito: “Lucha”.

Tras el tiroteo, el Servicio Secreto y su directora, Kimberly Cheatle, enfrentaron críticas sobre cómo un hombre armado pudo disparar desde una terraza cercana. Cheatle asumió “toda la responsabilidad” por el incidente y renunció. 

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